Cada emprendedor tiene una aspiración, una visión de lo que desea lograr con su empresa siempre. La visión, que es el futuro, debe estar articulada con las acciones que se realicen en el presente. Si deseamos crecer como organización, facturar más, tener más sucursales, tener más rentabilidad -porque estamos invirtiendo tiempo, dinero y esfuerzo- necesitamos confirmar que hoy, en el momento que estamos atravesando, tengamos claro el engranaje entre ¿qué ofrecemos?, ¿a quién lo ofrecemos?, ¿a través de qué medios lo hacemos?, ¿qué necesidad estamos cubriendo?, ¿cuáles son nuestras actividades clave? lo cual se refiere a los procesos más importantes y los que más valora el cliente , ¿cuáles son los recursos clave?, y ¿con qué socios clave debemos trabajar? Entre ellos los competidores pueden tener buenas prácticas de las que podemos aprender. Si no actualizamos la mirada que tenemos del escenario y sólo miramos una parte de la realidad, perderemos importantes oportunidades.
Tener un modelo de negocio estructurado permite que la estrategia sea más coherente con las expectativas del cliente, y también permite que nos enfoquemos en las actividades que más valor le generan a ese cliente y al negocio, dejando de lado las que no le generan valor. ¿Qué logramos con eso? Eficiencias en costos, en tiempos, y eso se traduce en más utilidad. Adicionalmente, logramos que la experiencia del cliente mejore, mejorando la satisfacción, aumentando la recurrencia, y logrando mayores ingresos.
Por otro lado, no tener un plan estratégico genera que nos estanquemos en el día a día, como ya no vemos futuro hacemos lo que hemos hecho ayer, lo cual vuelve el trabajo monótono, y aunque sea importante lo que hacemos ya nos deja de motivar.
Lo que funciona para un bebe, ya no funciona para un niño o para un joven, lo mismo pasa en las empresas, es necesario replantear los objetivos si ya una empresa ha crecido. Los recursos que tiene y que le faltan para alcanzar sus objetivos son distintos que cuando comenzó, ya no puede llegar al cliente de la misma forma que al inicio porque el cliente ya cambió. En el caso del joven, por ejemplo, necesita reforzar su personalidad en forma distinta que cuando fue niño, en el caso de la empresa se trata de cómo evoluciona la cultura organizacional. En el caso del joven, ahora ejerce de distinta manera roles distintos: como persona, como estudiante, como hijo; en el caso de la empresa también se desarrollan roles distintos, con estructuras distintas y procesos diferenciados.